No alimenten a los trolls
En Internet nadie sabe que eres un perro
Esta famosa máxima era el texto que acompañaba a una viñeta publicada hace ya años por un reputado medio escrito norteamericano (ahora no recuerdo bien si era el periódico New York Times o la revista The New Yorker) en la que un can sentado ante una computadora se la decía a otro animal de su misma especie.
Esta sátira venía a explicar que el anonimato es una de las reglas (si no la más importante) que rigen la comunidad internauta, y es tan vigente hoy como lo era en el momento de publicar dicha viñeta. Este anonimato es en algunas ocasiones un gran valor de la Red de redes, como por ejemplo cuando se trata de proteger la identidad de activistas que luchan por los derechos individuales y las libertades colectivas en naciones sometidas a un régimen dictatorial o una ocupación extranjera, con cuyas actividades se juegan la vida. Pero, en otros casos, da lugar a abusos de todo tipo.
El más frecuente sea tal vez el insulto gratuito al que son sometidos muchos autores de contenidos y otros internautas que los comentan. No es raro que, recorriendo Internet, nos encontremos con un foro o blog en el cual alguien ha expresado su opinión en algún sentido, de forma totalmente respetuosa de quienes difieren de su punto de vista, y el post en el que ha volcado tales sentimientos ha sido comentado por alguien de forma negativa y muy agresiva, recurriendo incluso al insulto y la descalificación. Además, quienes han defendido al autor han manifestado respetuosamente cualquier otra opinión divergente, se ven también atacados personalmente por el mismo sujeto.
Estos son los trolls, quienes al igual que los seres mitológicos de quienes toman el nombre, no traen nada bueno.
¿Como combatir esta plaga? olvídense de películas como la trilogía de El señor de los anillos donde el mejor remedio era un buen golpe de espada o una flecha certera. A estos trolls modernos se les combate, simplemente, ignorándolos.
El troll internauta se alimenta de la importancia que le damos, de los insultos que le respondemos. Si no le hacemos caso, se cansará y se irá a buscar otro sitio, otras páginas, en la que sí lo alimenten reaccionando virulentamente a sus provocaciones. Es lo que en inglés se conoce como "don’t feed the troll".
Por Guillem Alsina, el 06/10/2012.