Adiós Geocities, adiós
Yahoo! ha anunciado el fin de un servicio mítico en Internet: el de alojamiento de páginas web Geocities. Este no es uno de los modernos servicios que caen bajo la denominación 2.0, sino que viene de una época anterior, la que podríamos considerar 1.0 y en la que Internet se popularizaba a marchas forzadas, no existía el P2P, y todo lo que pesase más de un megabyte ya era demasiado grande para el gusto de los internautas y el ancho de banda de las conexiones al uso.
Geocities permitía alojar gratuitamente páginas web, abriendo una cuenta con la que te daban un espacio muy pequeño y, encima, te ponían publicidad suya. Este último punto es, a pesar de la molestia, evidente. Bien debían ganarse la vida con algo y, de hecho, es lo mismo (y algunos años antes) que hace Google con sus servicios: prestarlos gratuitamente a los usuarios a cambio de que estos vean una cierta cantidad de publicidad.
Este fue un servicio muy popular, hasta tal punto que despertó el interés de las principales compañías de la incipiente Internet. Así fue como en 1999, Geocities fue adquirida por Yahoo!, una operación que ya dejaba un poco tocada a la empresa, pues no gustaba a los usuarios. Desde entonces hasta ahora, y sobretodo con la explosión de los blogs y la Web 2.0, Geocities ha ido cuesta abajo en número de usuarios hasta llegar a una situación en la que le es más rentable a Yahoo! cerrarla que seguir manteniéndola.
El primer movimiento al respeto de la multinacional de Internet ha sido cerrar la posibilidad de que se dieran de alta nuevos usuarios en su servicio. Los que ya lo son, podrán continuar disfrutando hasta finales de año, y Yahoo! ha confirmado que dará más instrucciones para los usuarios estos próximos meses. Así que lo que ya es muy seguro es que estos usuarios deberán ir pensando al buscarse otro alojamiento web, ya sea gratuito o de pago. Yahoo! ya está ofreciendo sus propios servicios a estos usuarios a través de la página de Geocities.
Nacida en 1994, inicialmente el nombre de Geocities no fue este, sino el de BHI, siglas de Beverly Hills Internet. El nuevo nombre nace de la forma que tenía de organizar las páginas: por barrios o ciudades (de aquí el nombre de Geocities, que vendría a ser como “ciudades geolocalizadas”). Así, si queríamos crear una página sobre tecnología, debíamos meterla en la ciudad virtual llamada Silicon Valley, y que al final no era más que una carpeta en los servidores de Geocities. Area 51 denotaba les contenidos sobre ciencia ficción y fantasía, Augusta los relacionados con el mundo del Golfo (recordad si no el importante campeonato que se juega con el nombre de Másters de Augusta), o Hollywood donde se ponía todo lo que tenía que ver con el mundo del cine.
Eran otros tiempo, y no existían los gestores de contenidos o, si existían, solo disponían de ellos empresas que debían hacer páginas web con mucha cantidad de información. Las páginas se las tenían que hacer los usuarios “manualmente”, mediante herramientas de creación como Hotmetal Pro (que aún puede encontrarse hoy en día) o el editor de documentos HTML de la suite de Internet Netscape. Entonces empezó a llegar la era 2.0 y, con ella, los blogs y los servicios que ofrecían cuentas en CMS’s estándares y, por lo tanto, eliminaban la necesidad de aprender la forma de crear una página web.
Geocities quedó, como un dinosaurio que se resiste con el paso del tiempo a extinguirse. su hora, sin embargo, parece haber llegado ya al fin.
¿Qué pasará con el patrimonio de Geocities?
A lo largo de su dilatada historia, Geocities ha sido el hosting escogido por muchísimas pequeñas empresas y un incontable número de particulares para exponer sus creaciones en el terreno de las páginas web. Muchos estudiantes de informática (entre los que me cuento) y no pocos simples aficionados, se han ganado un sobresueldo realizando unas sencillas páginas web a amigos, vecinos y clientes, que después han alojado en Geocities. Aún recuerdo que el comentario general era que esta constituía una “solución poco profesional”, pero que por lo que costaba, estaba bastante bien…
Estas páginas son un patrimonio de Internet y de toda la humanidad. Parece que tengan que ser poca cosa frente a las complejas páginas de las grandes empresas y la gran cantidad de información de los medios de comunicación en línea, pero son tan importantes como estas. Pensad sino en los fragmentos de textos escritos que nos quedan de más de una civilización. Pongamos por caso Babilonia, ciudad de la que se han conservado grandes cantidades de fragmentos escritos en tablillas de barro en escritura cuneiforme. ¿Qué son estos textos? no son en su mayoría textos de importancia capital para la cultura occidental u oriental, sino cosas simples como el inventario de un almacén, un recibo de compra o una carta personal de un simple ciudadano a un familiar.
Y, en cambio, estos textos nos dan una valiosa información sobre el día a día de las personas que vivían y morían en aquella ciudad ahora lejana en la noche de los tiempo. El resto, las grandes gestas de sus gobernantes, ya las tenemos en los textos hechos por sus contemporáneos y los libros de historia, pero es esta parte escondida, la de la vida del común de los mortales que no ostentaban una posición de poder e influencia, la que nos es más difícil de conocer.
De la misma forma, todo el material almacenado en Geocities (y, por supuesto, el de muchos otros servicios) nos muestra una imagen muy próxima de lo que era Internet en un momento dado de su historia. Quizá ahora es muy reciente y no le vemos el qué, pero los historiadores de dentro de un siglo (o quizá menos) a buen seguro nos agradecerán si de una forma u otra salvamos este patrimonio informático.
Yahoo! no ha anunciado ningún plan de rescate, y todo lo que he oído hasta ahora son especulaciones sobre un grupo brasileño que quiere conservar tantas páginas de Geocities como les sea posible antes de que se cierre definitivamente el servicio. Muchas de las páginas que se alojan están olvidadas desde hace años, se perdieron las contraseñas o, simplemente, su creador se desentendió de ellas. No obstante, eso no es motivo para pasarlas por alto, de la misma forma que no se pasa por alto una lista de la compra que un babilonio escribió hace unos 3.500 años.
Por Guillem Alsina, el 11/05/2009.