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DRM – Digital Rights Management


DRM – Digital Rights Management

Autor: Javier Matuk, Colaborador de MMagazine, Columnista del periódico Reforma y de PC Magazine en español, http://www.matuk.com

DRM quiere decir Digital Rights Management. En una traducción sencilla, se trata de la protección de derechos de autor para contenido digital. ¿Y eso qué tiene que ver conmigo o en que me afecta? En más de lo que pudiera pensar. Con el desarrollo de los llamados “contenidos digitales”, que viene a ser básicamente música y video por Internet, los creadores y autores siempre se han preocupado de cómo proteger sus ventas.

En un principio, nadie entendía para que queríamos una canción en la PC (me pasó, cuando pude por fin extraer unas canciones de un CD y las escuché en la computadora, dije, ¿pero esto como para qué lo quiero si ahí está el estereo?) a mediados de los 90, nadie pensaba que en el futuro cercano, este medio –Internet- serviría para vender millones de canciones. El famoso formato MP3, desarrollado originalmente por una firma alemana, no incluía la opción de decir “ah, este archivo no lo puedes copiar más”. Se trata de un sistema en donde el software simplemente traduce los bits y bytes y escuchamos música por las bocinas.

A partir de este inocente y aparentemente no importante detalle, miles, millones de canciones comenzaron a ser traficadas en la red. El tristemente célebre sitio Napster funcionó como la primer central de copia de canciones sin restricción. Después de todo, si siempre había yo podido grabar un audio cassette con las canciones de los discos LP, ¿qué problema había en ser dadivoso y compartir todo mi repertorio por la red? ¿A quién le estoy haciendo daño? No hay respuesta simple a esto, pero, sin duda, los autores, compositores y la pesada y cargada burocracia de las compañías disqueras quieren seguir recibiendo dinero cuando alguien “disfruta” de sus productos, que se materializa en los CD que se venden en todas partes (ojo, los legales, no los pirata).

Así las cosas, algunas empresas preocupadas por el hecho de que cualquiera puede copiar contenido digital en sus computadoras y compartirlo, crearon el concepto de “DRM”, que limita de forma significativa lo que podemos hacer con lo que se compra a través de Internet. En vista de que todo algoritmo o sistema de protección digital puede ser violado, seguramente algunos usuarios avanzados encontrarán la forma de “brincarse” esta protección, pero para la inmensa mayoría de consumidores, es decir, usted y yo, esto será el pan de cada día.

Hoy parece no importar tanto, ya que hay muy poco contenido digital que valga la pena comprar en la red, aunado a que hacerlo desde México resulta una tarea básicamente imposible. Un asunto es que estemos pegados a Estados Unidos por una situación geográfica y otra muy diferente es que podamos consumir y pagar por contenidos que se ofrecen allá, pero desde acá. Ahí las empresas son las que no terminan de encontrar la fórmula comercial. De ahí que, por ejemplo, la famosa tienda de venta de canciones de Apple, iTunes, no pueda recibir los pesos o los dólares de los mexicanos.

Sin embargo, mientras todo esto sucede, comienzan a vender música los primeros portales en la red, como Tarabu, proyecto de Televisa. Ahí todo está bien, es decir, todo funciona y de hecho han rediseñado el sistema y ampliado el catálogo de canciones disponibles. Sin embargo, y es en donde comienzan los problemas, si el comprador es dueño de un reproductor de la firma Apple, es decir, de un iPod, resulta que podrá comprar y pagar su canción, escucharla en la PC, copiarla a un número determinado de computadoras, según lo que especifique el dueño de los derechos de autor, pero, y este es el gran pero, ¡no la puede pasar a su iPod! ¿Por qué? Incompatibilidad entre los sistemas de DRM y políticas de las empresas. El asunto aquí es que, por lo menos en Tarabu, nunca se menciona este hecho. Lo mismo sucede a la inversa, si algún agraciado mexicano puede comprar canciones en la tienda iTunes de Apple, ¡no las puede pasar a otros reproductores digitales!

Esa es sólo una muestra de lo que nos espera con los DRM. Otro asunto, ¿qué sucede si el disco duro de la computadora se descompone y se pierde toda la información? Los cientos o tal vez miles de canciones que hayamos comprado en tiendas en línea, ¿cómo se recuperan? ¿Cómo se comprueba que el usuario efectivamente pagó por su contenido y necesita válidamente recuperarlo?

Ni hablar, la protección digital contra copias no autorizadas es el ingrediente indispensable para que las disqueras y las distribuidoras de películas piensen en Internet como negocio. El hogar digital, la vida digital, el usuario móvil y el concepto de que pronto todo el entretenimiento llegará a nosotros de forma intangible y por conexiones de banda ancha, será tan real en el futuro como nos lo permita el tedioso y fastidioso asunto de la protección contra copias. Así es que, antes de comprar cualquier contenido en la red revise bien las condiciones y restricciones. No sea que se lleve una desagradable sorpresa.

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Javier Matuk, Desde el Teclado todos los lunes, sólo completa los datos en http://www.matuk.com/det



Por Sistemas, el 26/02/2006.

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