Algunos consejos para operar de forma segura con tarjetas de crédito
¿Qué tienen que ver las tarjetas de crédito con la tecnología? Mucho, sin duda. Son la primera forma de pago abiertamente tecnológica y cada día están más imbricadas con los pagos online, el NFC para pagos contactless y otras novedades que puedan ir surgiendo.
Por nuestra parte, continuamos con los artículos de consejos que tratan sobre temas de seguridad, y al ser los pagos con tarjeta sensibles a ciertas formas de ataque, queremos concienciar a nuestros lectores con una serie de pasos a seguir para trabajar de forma más segura con estas.
En la medida de lo posible, debemos utilizar siempre tarjetas con chip, ya que son las más seguras pese a algunos fallos de seguridad que se han dado a conocer en los medios de comunicación últimamente. Y es que, como decía uno de mis profesores de la universidad, la computadora más segura es aquella que está apagada, desconectada de la corriente eléctrica y guardada en una caja fuerte en un lugar olvidado, de cuya llave nos hemos desecho, lo cual viene a decir que no hay nada seguro.
Pero, al menos, las tarjetas que también utilizan chip son más difíciles de clonar de las que solo poseen banda magnética.
Es por ello que, aunque no hayan caducado nuestras actuales tarjetas, si estas no tienen chip, deberíamos informarnos con nuestra entidad crediticia si es posible cambiarlas por unas que sí posean este elemento de protección adicional.
Los datáfonos inalámbricos también son más seguros que los antiguos conectados por el puerto serie o por USB, así que deberemos priorizar los establecimientos que dispongan de ellos.
En compras a través de Internet, siempre utilizar una tarjeta de crédito prepago. Estas se pueden cargar con una cantidad determinada, y no gastan más de lo que tienen. De esta forma, si algún ciberdelincuente consigue los datos de nuestra tarjeta, solamente podrá hacer el daño limitado a la cantidad que se tenga en aquel momento.
De hecho, estas tarjetas son también válidas para cualquier otro uso fuera de comprar en Internet, aunque presentan un inconveniente: si no tenemos la cantidad mínima para hacer la compra, no podemos realizarla, y si las cargamos con demasiado dinero, ya volvemos a sufrir el peligro de un latrocinio.
No acaban, pues, por ser flexibles para grandes gastos, pero sí para pequeños y, sobretodo, para las compras por Internet, pues podemos cargarlas al momento con lo necesario, realizar la compra y recuperar el saldo rehttp://blogs.lainformacion.com/futuretech/2012/09/07/chica-del-antivirus/stante.
Verifique siempre todas las transacciones. Una forma muy común de robar a través de tarjetas de crédito sin que las víctimas se molesten mucho en solucionar el problema es hacerlo con una cantidad solamente de un dólar, por ejemplo.
Si esto les parece poco, multiplíquenlo por 200.000 víctimas o por un millón… ¿Cuantos de ustedes se molestarían en comprobar un cargo de un solo dólar, sobretodo si viene bajo el epígrafe de “comisión” de lo que sea? Pués si, con eso cuentan los ladrones.
Además, siempre pueden volver a sacarle un dólar al cabo de unas semanas, o unos meses… y podría volver a pasar desapercibido.
Por norma, no deje nunca la tarjeta de crédito a nadie. Es muy común en locales como bares y restaurantes, o en determinados países, que el camarero, empleado o el personal del establecimiento, se lleven la tarjeta para realizar el cobro. Es en ese momento cuando la tarjeta puede ser duplicada.
Tampoco los cajeros automáticos están a salvo. Si alguna vez tiene problemas para retirar dinero, no se vaya inmediatamente a buscar otro cajero. Avise telefónicamente a la entidad bancaria o, incluso, a la policía si esta no le hace caso.
Muchos criminales intervienen los cajeros, de forma que la operación se realiza pero el dinero no sale. Se han dado casos de personas que, incluso, la repiten dos o tres veces, y todo este dinero sale pero no llega a ver la luz del sol, porque queda guardado en algún adminículo para cuando vengan a recogerlo los ladrones.
Por Guillem Alsina, el 11/07/2014.