De intruso en Facebook
Quizá conocer a ‘tu media naranja’ o tener un momento de sexo y/o romance, re-conocer a tus compañeros del secundario sean cosas que valgan la pena, ese especie de ‘pacto con el diablo’ (porque, al fin y al cabo Facebook te brinda eso: un pacto por el cual le otorgas todos tus sentimientos, amistades, datos, y a cambio te dejará comunicarte con alguna gente). No necesitamos de Facebook para amar a alguien, hacer amistades, etc., pero la moda en el mercado capitalista guía a sus ovejas electrónicas hacia oscuros agujeros, y no se trata necesariamente de aquel lugar en cual entró Alicia al perseguir al conejo blanco.
Como todos sabrán, Facebook es un sitio web financiado por la CIA que se queda con todos los derechos sobre los archivos que subís allí, con todas tus comunicaciones y datos, más allá de que te hayas borrado o no (e incluso más allá de lo que diga su política de privacidad actual o futura). Por lo cual entrar en Facebook es en la mayoría de los casos un acto de total inconsciencia o, para otros, una manera de transar con el sistema de modo en que este les brinde algún beneficio que sea superior a la notable pérdida de derechos, confidencialidad, libertad y dignidad. ¿Existe algo que valga tanto la pena para perder todo eso?
Sea como fuere, ¿qué tal si creamos un usuario ficticio, digamos, un actor, en Facebook, y vemos cómo va relacionándose con gente, tomando vida, un personaje propio de MasterMagazine o IdiomaLibre.com, hacemos un seguimiento y vamos viendo qué tal le va?
Apenas entramos en Facebook podemos leer ‘Facebook te ayuda a comunicarte y compartir tu vida con las personas que conoces’, veremos si es así: si el personaje no existe, entonces no conoce a nadie, por lo cual la ‘red social’ no le servirá de nada… a menos que el objetivo de Facebook vaya más allá.
Como casi todos los usuarios de Facebook, completé un sencillo formulario sin leer los términos de uso, puse una dirección de mail que también obtuve gratuitamente por parte de otro proveedor, del cual no leí los términos de uso, y me subscribí sin más.
El sistema dijo ‘?Dirección de correo electrónico válida’… ¿qué entenderán por ‘válida’? Agregué mails de gente desconocida, como si fueran mis amigos, Facebook me dijo que quizá conocería a otra gente que me mostró en pequeños iconos en la pantalla (qué sabe?), añadí otra gente, ingresé un colegio secundario, una universidad, una ciudad, música favorita, información de contacto, formación y empleo, etc.
Luego subí una foto de un animal cualquiera (sí sí, no un humano un animal), y al regresar aparecieron diversas publicidades a la derecha de la pantalla, una decía:
‘Meet millionaire men who are looking to date classy Argentinean women. Join MeetingMillionaires for free. Date a 10!’ Es decir: conoce un hombre millonario que quiere tener una cita con una mujer argentina de clase. Únete a MeetingMillionaires gratuitamente. Genial, me subscribí, total no soy un ser humano, apenas un animal, quizá un millonario extravagante quiera tener una cita con un animal inexistente. Luego hice que este personaje se hiciera admirador de una u otra persona, muchas otras pesonas admiraban a esta persona que era pianista sin haberla visto jamás en su vida, sólo tenían una foto.
En fin, seguiré relatando mis aventuras en el absurdo mundo de Facebook en próximas entregas… quizá nuestro personaje se haga millonario al conseguir una cita…
Por Marcos Guglielmetti, el 05/05/2009.