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Saber elegir una Computadora para Gaming


Una de las tareas más exigentes para las que podemos adquirir una computadora es el gaming, sobretodo si somos unos jugadores empedernidos que queremos estar a la última en todo momento.

Elegir una buena computadora de gaming es una tarea árdua, y los avances de la industria siempre van a jugar en nuestra contra, puesto que al cabo de un tiempo más breve que en las computadoras para otros menesteres, vamos a encontrarnos con que ya la tenemos rezagada y que no rinde con los juegos de próxima generación.

Es por ello que, seguidamente, os doy unos cuantos consejos para acometer la adquisición y/o montaje de una computadora de gaming, centrándome no en marcas concretas o modelos concretos, que pasan de moda con cierta celeridad, sino más bien en unas directrices o líneas generales que, seguidas, os permitirán elegir en todo momento la máquina perfecta para acometer esta función.

En primer lugar hay que sopesar la adquisición de una máquina ya ensamblada, de una máquina concreta, o planificar tu propia PC y hacerla ensamblar a medida.

La segunda opción tiene más ventajas que la primera, y es lo que hacen los gamers más top, puesto que de esta forma mantienen un mejor y más férreo control sobre su máquina.

Optar por una máquina ya preensamblada, de una marca concreta, puede llevarnos fácilmente a caer en las redes de una fabricante determinada, con formatos propietarios y ligado a permanecer con componentes de dicha marca.

Elegir los componentes como la placa base o la gráfica no es tarea fácil, pero con asesoramiento (algunos amigos, foros web, y el profesional de la tienda, o bien las diversas tiendas donde vayamos a solicitar presupuesto) la tarea se simplificará.

Si optamos por una máquina preensamblada de alguna marca, deberemos fijarnos en qué componentes lleva, como el modelo de la placa base o las memorias, y qué posibilidades de expansión permite.

Si hay un tipo de computadora que vamos a necesitar actualizar de forma casi continuada, es la de gaming, así que mejor dejar cuanto más abiertas mejor nuestras posibilidades.

Tanto en este caso como si nos diseñamos nuestra máquina a medida, los componentes que debemos tener en mente son los siguientes:

La placa base es el componente más importante, y debe ser “a prueba de futuro”.

Si a día de hoy, una máquina gaming de mínimos debe utilizar 8 GB de memoria RAM, y para funcionar más desahogado debemos llegar a los 16, en el futuro estas cantidades podrán fácilmente ser 32 y 64 (de hecho, cuanta más memoria, mejor).

No se trata de que la placa base admita la mayor cantidad de memoria posible en conjunto, que también, si no la mayor por slot. De esta forma, para reducir el presupuesto, podemos empezar ocupando un solo slot con la mayor cantidad posible, mientras que más adelante -y en cuanto hayamos ahorrado un poco- podremos comprarnos otro DIMM para ocupar un segundo slot.

De la misma forma, debemos poder conectarle los dispositivos que vayan saliendo al mercado en el futuro aprovechando la máxima velocidad y capacidad de todos y cada uno de ellos.

Una buena elección en este sentido requiere de un trabajo previo: conocer cuales son los nuevos formatos y estándares en el mercado que se convertirán en estándares de larga vida en el futuro, y adquirir el modelo de la placa pensando en estos.

Por ejemplo, las interfaces PCI Express permiten mucha mayor velocidad de acceso a los dispositivos de almacenamiento que las SATA, y se entrevén como su futuro sustituto. Actualmente, cualquier placa base ya cuenta con soporte para ellas, deberemos buscar aquellas placas que nos permitan conectar dispositivos a máxima velocidad, ahora y en un futuro próximo.

Igualmente, sería recomendable tener en cuenta futuras actualizaciones del microprocesador (por lo que hay que estar atentos a qué formato de socket es el mejor) y cambios que le realizaremos a la tarjeta gráfica.

Igual que en el terreno de las CPUs y las tarjetas gráficas, existen placas base en el mercado específicas para el segmento gaming. Deberemos optar por estas, para sacarle el máximo rendimiento a nuestra máquina y no trabajar con un hardware equivocado, lo que nos lastraría.

Aunque en el caso de las CPUs la diferenciación no es tan clara, contamos con oferta dirigida expresamente al ámbito del gaming.

Aquí tendremos principalmente que elegir entre dos marcas: Intel y AMD. Cada una tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y normalmente ambas compañías se van superando en una constante guerra por el mercado.

Mi consejo en este caso es trabajar con dos vectores: las prestaciones que nos ofrezcan sus procesadores actualmente, y su ruta de futuro. También debemos elegir placa base y procesador acorde uno con otro.

Ambos elementos están íntimamente ligados, y uno debe ser elegido acorde con el otro. Para ello, deberemos examinar los planes de futuro que hayan hecho públicos los fabricantes, de forma que, por ejemplo, podamos actualizar el procesador en un futuro sin tener que cambiar también la placa base.

La memoria RAM se elige en función del micro y la placa base. Debemos poder montar una cantidad considerable y ampliarla en el futuro.

Por ejemplo, actualmente el mínimo imprescindible para jugar se situaría en los 4 GB, con 8 GB como recomendados y 16 GB para ir “sueltos”. Si adquirimos una placa base que esté limitada a 16 GB de memoria RAM y en el plazo de unos pocos años salgan juegos al mercado que exijan dicha cantidad como mínimo, nos encontraremos limitados y sin posibilidades de ampliación.

Para ello, y aunque le montemos una menor cantidad por el momento, hay que buscar siempre placas que puedan expandirse hasta, por ejemplo, los 64 GB.

La tarjeta gráfica será un elemento importantísimo en nuestra computadora de gaming.

Aquí tenemos dos factores a tener en cuenta para elegir: la marca del fabricante de la GPU (el chip que equipa la tarjeta), y el fabricante de la tarjeta en sí.

Como fabricantes de GPUs tenemos a NVIDIA y ATI. Actualmente, la primera dispone de chips más potentes, aunque no deberíamos perder de vista la evolución de la segunda, por si acaso, ya que nunca se sabe cuando puede haber un vuelco en el mercado.

Igualmente, algunas marcas fabrican tarjetas más potentes que otras, y se van adelantando en prestaciones las unas a las otras. En el momento de elegir para comprar, sería bueno realizar un estudio de lo que hay en el mercado.

El almacenamiento: un punto clave muchas veces olvidado, en el que debemos buscar un equilibrio entre velocidad y capacidad.

Los buenos juegos son muy exigentes en recursos, y ocupan muchos “gigas” en disco. Una unidad de almacenamiento flash de gran capacidad es muy cara, por lo que lo que se hace normalmente, es disponer de un almacenamiento híbrido (una unidad con parte SSD y otra parte disco convencional), o bien una unidad flash y otra disco duro convencional de mayor capacidad, pero lo más rápida posible.

En la medida de lo posible hay que optar también por los formatos de almacenamiento más rápidos; por ejemplo, actualmente los discos en formato M.2 están por delante en prestaciones de los discos SATA, por lo que en la medida de lo posible deberemos optar por los primeros.

Una configuración de gaming a día de hoy podría incluir un disco de 240 GB de almacenamiento flash en formato M.2, y un disco convencional de varios Terabytes, y con la mejor tecnología posible.

Esto aligeraría el precio a cambio de reducir muy poco las prestaciones. También debemos pensar que la actualización del almacenamiento es, en principio, lo más factible y sencillo en una computadora.

En cuanto a la caja que lo contenga, hay que tener en cuenta la fuente de alimentación y la refrigeración.

Aunque los gamers son muy aficionados a cuidar la estética (nada en contra, cada cual con sus gustos), lo principal es que la fuente de alimentación sea capaz de alimentar sin problemas a todos los dispositivos, puesto que los componentes de una máquina para gaming son muy potentes, lo que implica un gran consumo energético.

Y ello también implica generación de calor, con lo que una correcta disipación del exceso de temperatura se hace imprescindible.

Last but not least: los periféricos. El teclado, ratón y monitor son importantes.

El monitor (o el televisor, puesto que muchas PCs de gaming acabarán funcionando conectadas a un televisor) deben ofrecer buena calidad y una tasa de refresco máxima, ya que nos pasaremos muchas horas a la pantalla y deberemos cuidar nuestra vista.

Igualmente, hay fabricantes que se dedican en exclusiva o disponen de teclados y ratones específicos para gaming, con una excelente velocidad de respuesta y un tacto cómodo y que responde a las pulsaciones de los usuarios en el momento.

No es un tema baladí; nuestro rendimiento en el juego depende directamente de que los periféricos respondan en el momento a las instrucciones que les damos, especialmente en los juegos de acción como los shoot-em-up.

Fotolia alekseymartynov, fiore26c



Por Guillem Alsina, el 11/09/2018.

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