Google: entre el amor y el odio
La relación que puede haber con Google es así: amor u odio. Lo que en términos de negocio sería o me uno a ellos para participar de la mordida o les inicio un juicio con el que quizás me pueda salvar.
Estas últimas semanas estuvimos viendo varias situaciones particulares que se desarrollaron en torno a este tema, las que se fueron sumando a la pila de realidades que se vienen barajando desde que Google llegó a ser lo que es actualmente: un gigante.
Si bien su salto a la fama lo dio como motor de búsqueda, hoy asociarlo sólo con esta actividad sería limitar su alcance en la web. Pero es innegable que su fuerte sigue siendo ese: ¿Quién alguna vez no hizo una búsqueda a través de Google?. Mientras que no todos suelen visitar su página de noticias, o utilizar su servicio de correo electrónico, sólo un par entre el abanico de prestaciones que ofrece.
Y esta receta del buscador fue la que lo llevó a la fama de la que alardea actualmente y la que comenzó a llenarle los bolsillos. Muchos lo acusan de ser una compañía monopólica, y más después de los negocios que fue cerrando y con la que se quedó casi exclusivamente con sectores monumentales de Internet, como Youtube y DoubleClick, por las que pagó miles de millones.
En este sentido, la publicidad juega un papel fundamental ya que tampoco nada se lograría sin que ella -y todo su círculo de transacciones que genera millonadas de dinero- formaran parte de la rueda. Pero en definitiva, Google es eso: un negocio. Como buscador, como empresa monopólica, como lo que sea. El negocio fue lo que logró que sea lo que es hoy.
Frente a este negocio, existen dos realidades de los que no pertenecen a Google. Por un lado, los que tratan de negociar con ella en buenos términos, o directamente comienzan a formar parte de ella. En este aspecto, sólo bastaría con preguntarle a los dueños de las empresas que antes mencioné: Youtube y DoubleClick. La primera se quedó con la suma de 1.650 millones de dólares. Y si cuando nos enteramos de esta transacción el año pasado nos quedamos con la boca abierta, para la segunda ya ni tuvimos reacción: 3.100 millones de dólares.
Y como estas fueron muchas otras (no a estos niveles de números) pero sí que prefirieron antes que enfrentar a Google en el mercado, arreglar su quintita al lado de ellos.
Obviamente que no todos pueden estar en este desfile pro Google o porque no estaban de acuerdo con ellos o directamente porque su servicio no era de interés para el gigante. Y por eso muchas vieron una oportunidad de lograr ese minuto de fama o de defender su negocio de las garras de Google, en el odio.
En esta última opción, la del odio, nos encontramos con un sinfín de pequeñas empresas, de corporaciones, e incluso instituciones gubernamentales, que vieron en el enfrentamiento a Google una respuesta a sus pedidos. Y así fue como comenzaron a desfilar las acusaciones y los juicios. Todo podía ser un buen motivo para iniciar acciones judiciales contra el buscador, algunas con resultados positivos para el acusador y otras no; algunas preocupantes por los números que se barajaban (por ejemplo la demanda de Viacom por 1.000 millones de dólares), y otras no.
La realidad es simple. Como lo dije anteriormente, Google es un negocio, y todo lo que hace, lo hace justamente por un motivo y no por simple amor a sus usuarios. Esto lo sabemos todos y ni hace falta aclararlo. Es algo más que obvio. Por eso es que los que pueden, participan de la porción de la torta.
Pero también es real que muchos otros quieren sacar una tajada y si no pueden hacerlo por las buenas, tratan de obtenerla por las malas. Ni más ni menos que eso. Y estas dos opciones lo que generan son justamente las dos relaciones hacia Google: amor u odio. Por supuesto que todo depende de qué lado de la moneda estén para obtener también una parte de todo esto.
Más información:
Google va a presentar pelea por los 1.000 millones de dólares
Las compras de Google durante el último año y hasta el día de hoy
Por Analía Lanzillotta, el 21/07/2007.